jueves, octubre 26, 2006

...Rodrigo Otaíza

"...La vida se me fue, se fue la vida...". Así comienza la cueca que hicimos con Rodrigo un día en mi casa luego de algunas copas de tintan que tenía guardadas. Y así se nos va la vida, ay morena! y así se fue Rodrigo, caramba!, anonadado tras sus sueños y luchas que compartíamos, que aún siguen vigentes y que nosotros hemos tratado de traer a la palestra siempre que es menester, de canto y de lucha. Ya sea como Fahena, como músico de otro conjunto, tocando cuecas, haciendo cantar a los cabros chicos de la escuela o armando y desarmando grupos; es decir, de alguna u otra forma, creando música, ya sea para el alma, para el cuerpo, para el amor o por el vil dinero (ja!).
De todas formas mi hermano Rodrigo, siempre ha estado presente en todos los proyectos que he iniciado o mantenido. Fue notable el haberlo conocido. Fue más allá de compartir con un "terrible músico", como decían los cabros de mi escuela que lo vieron tocar para una licenciatura. Es más que eso. No puedo obviar su amistad, compañerismo y confidencialismo. Fue un gran amigo. Muy útil para mí que me gusta travesear por los vaivenes del amor y del dolor; y que muchas veces me confund. Rodrigo fue una salida amiga que muchas veces me libró de malos augurios y fantasmas que siempre han rondado cerca mío. He aquí, en la tormenta, que mi hermano se alzaba con la madurez de sus veintitantos años, entonces, para aconsejar a un lolito de treintitantos, por los surcos desventurados de las relaciones de pareja, que entonces eran tortuosas, como hoy y como siempre.
Nunca hablar ha sido vano, mas aún cuando se hace con verdad, con esa verdad de las personas puras de corazón. Así como el don de la palabra lo tienen algunos, Rodrigo, lo hacía con su guitarra u otro instrumento. Interpretaba sentires, nos traía a colación la revolución, nos empapaba de amores y al final nos reíamos, ja!, nos reíamos de todo y de todos, sin exclusión. Ay de mi hermano, Rodrigo... "...Cuántas noches pasaron, sin dar señales...". Son tantos los recuerdos que afloran al evocar momentos o instantes vividos con Rodrigo, que la quena me llora y la música me tiembla... "...Ay vida mi morena, tengo una pena..."


Rodrigo, tanto tiempo...

Dentro de mis desvaríos emocionales
Y mi prolongación burda de la imagen
De un ser amado que me acompañó,
Me detuve un tiempo a pensar en ti,
No sé si fue la necesidad de hablar,
Como antes, de mis soledades, contigo.
Nunca has estado ausente en mi quehacer,
Siempre has sido el ejemplo y la
Realización de algo para quienes
Habitan conmigo en mis proyectos.
Sin duda, el tiempo raudo corre, y
La vida para quienes “vivimos” se
Nos hace pronta y nos sobrepasa.
A veces pienso estar viviendo mis
Descuentos, como en un partido.
A veces pienso no viable la vida.
Sin creer en el más allá ni el acá,
Tengo la certeza que eres feliz,
Como lo fuimos en tiempos de canto.
Cuando se nos aparecía la música y nos
Perdíamos en el viaje y en el amor.
Nos emborrachábamos de pentagramas,
Y nos bebíamos todo, todo lo bebible.
Qué manera de gozar la vida!, decían.
Pienso que le sacamos el jugo a todos
Los momentos de la vida entonces.
Nos quedaba chica la existencia y
Nos faltaba tiempo para ser individual.
Hermano, tanto tiempo.
Ya son casi tres años de tu viaje y
Parece que aún te lloramos en la estación.
Todavía espero los viernes de ensayo,
Para encontrar palabras a lo sentido,
Ya sea con galletitas o vino alegre.
Tu voz se retuerce en los agudos y
Reímos a cántaros de lágrimas con las
Emociones de la música y el arte sincero.
Qué suerte el encontrarnos en esta vida!.
Qué suerte verte sonreír y tocar guitarras!.
Qué falta haces, hermano, ahora!.
Ahora, que la vida cuesta como siempre,
Necesito el apoyo hermano de tu bondad.
Necesito la seguridad con que me decías:
“Tranquilo, todo se arreglará y será mejor...”





Recuerdos...

...¡Yo canto!, pego un grito ebrio. Al final desafina´o, pero con sentimiento!. Ya poh, Lelu, toca la otra guitarra, sigue a tu maestro, aprende, no querís ser capo como él. Y andrés agarra cualquier instrumento y lo toca como bongó; y Rodrigo se luce . "No se le ven los deos", decía un cabro chico que lo vio tocar en mi escuela. Y Rodrigo achica los ojos mirando pa´ no sé dónde, tratando de agarrar la segunda voz y se va a la "mierda" cantando alto y guitarreando como nunca. Se dan vuelta como dos vasos con copete y en el éxtasis final, Rodrigo da vuelta la guitarra y la percute como tambor y entramos todos en trance inventando ritmos que nadie cacha porque son de ninguna parte, son latinosiderales. Y tocamos, y tocamos hasta que se hinchan los dedos y no caben las manos en los bolsillos. "güena, güena", dice Rodrigo, con una voz ebria y feliz, aprobando la jarana que termina con todos arriba del "Titanic" camino a no sé dónde como a las tantas de la mañana...