domingo, junio 12, 2011

No, señor...

No, señor, no he cambiado.
Me he quedado atrás en la fábula del pasado.
Me he vuelto de espalda hacia la luz.
Siempre es lo mismo,
que la lucha de clases, que el imperialismo...
Me detengo y me vuelvo.
Y soy anarquista del poema,
marxista en mi habitación,
sordo en la causa,
ciego en la ciudad.
Estas son las horas del tiempo,
de la revolución de las letras.
A esta hora maldigo del alto cielo,
me desnudo, me dibujo, me pierdo.
Pero, señor, no he cambiado.
Mis ojos aún no quieren ver,
la música fluye en el living,
la guitarra se sacude el polvo,
el azul se sufre.
Deambulan ante mí las sombras,
se encogen los tumultos,
se cantan los venceremos.
La vida gira. Sabe?
pero, no en círculos
(ni en cubitos)
La vida ya empezó su música,
con sus bemoles y temblores,
con sus claves y canastos.
En el pentagrama del pueblo
recogemos las plegarias.
Y vivimos alabando,
y mintiéndonos,
dándonos de latigazos
como esclavos del poder.
Ve, señor, no he cambiado.
Me asaltan los delincuentes
de la duda y el senado.
Estoy a la espera de algo,
ya ni busco, sólo espero.
Son varios años ya en lo mismo.
Muchas primaveras,
demasiados inviernos.
Señor, no he cambiado,
en ni un ápice,
en ni una flor.
Señor, es usted, con su sorna,
el que no quiere cambiar.

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