Las cadenas son ataduras de los hombres.
Y suenan con cada movimiento.
Los atan a la muerte y al mercado,
Al capital y a los poderosos.
Basta un certero golpe o uno ligero,
O un rudo mordisco entero
Para soltar las amarras de hierro.
Cuando sucede lo insucedible,
Un hombre nuevo nace a la vida,
Con miras y pensamiento acertado,
Con la verdad de su visión enfrente
Como levantando una espada para
Enfrentar a un ejército de soldados,
Esclavos del odio y el dinero.
Este hombre habla y convence,
Los débiles lo siguen y se suman,
Se suman los fuertes como árboles,
Como barricadas a torcer el destino,
El destino son más cadenas,
Se vienen otras diferentes, de hierro
Que nublan los caminos
Evitando el encuentro de los hombres.
Hay que romper las cadenas y soltar
Las amarras del pensamiento,
Las cadenas son ataduras de los hombres.
Mayo 24 de 2001
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