lunes, mayo 19, 2008

Un navegante en San Bernardo

(Discurso pronunciado con motivo de la entrega de premios al profesor artista e intelectual)


Nací en un pueblito dominado por un cerro tutelar incaico, limitado por tierras de cultivo, el río Maipo y la capital. Nací a principios de los setenta en un tiempo de humo y llovizna, bajo el alero tibio de un sistema social que marchaba hacia la justicia máxima y democrática, de la mano del único presidente que llevó al pueblo hacia sus conquistas más importantes, Salvador Allende. Vi la luz en un hospital de madera, muy cerca de mi actual escuela, donde reinaba la paz de roble antiguo y la armonía parroquial. San Bernardo, mi ciudad de toda la vida, me vio deambular por sus calles, piedras y cuarteles. Supo de mis amores y desventuras. Se ha enterado de mis vuelos nocturnos y resacas matutinas; de mis andares navegantes por sus cerros y callejas. Cómo no he de quererle!. Pero, han pasado los años de la primera infancia y me encontré arriba de una bicicleta corriendo por los colores de esta mi comuna, jugué fútbol por Magallanes, corrí por la Maestranza arrancando de los guardias, sentí el rocío del amanecer en la estación, mis primeros besos en la Avenida Portales, me sentí Atahualpa en el Pukará. Seguí mar adentro. Hice de amigos y más amigos, hermanos, compañeros. Con algunos de ellos nos iniciamos a la música en el Liceo de Hombres. Crecí sin darme cuenta, como no me daba cuenta de cómo hacía tanto con tan poco y en tan poco tiempo. Así, creo, nacen los maestros y crecen los artistas.


La pedagogía llegó a mi navegar de la mano de los acordes de una guitarra y de unos deseos enormes de cambiarlo todo (sigo pensando lo mismo). Ahora divagando, es verdad que la vida fluye y que se hace camino sin muchas veces saber adónde nos conducirá, como un bote sin remos, a la deriva; prefiero vivir como hubiese querido vivir Borges: descalzo y sin tantas preocupaciones o como Huidobro, al segundo. Mi mujer, la música, me llamó desde las aulas donde estudié y de ahí nací, nuevamente nací a vivir, nuevamente a vivir, ahora la profesión linda que llegó a mí estando en Chinquihue, el llamado. Siempre supe que todos los docentes de la patria tenían su gracia artística o una suerte de mística o prestidigitación: músicos, poetas, escritores, albañiles, electricistas, boteros, políticos, como en la vida, porque también se enseña desde la experiencia y el ejemplo, como aprendí de mis primeros maestros. De aquellos, recuerdo a muchos, especialmente de la Escuela 3, República del Brasil y del Liceo de Hombres, donde empecé mi formación humana e integral, acá hay algunos de ellos. Y me gusta volver a estos lugares a oler el tiempo y la nostalgia, a reencontrarme con mis amigos, hacer los recorridos antiguos y evocar. Pero, todo cambia: cambió el triste gris castrense de un septiembre para olvidar por un arcoiris de marzo que se ha ido destiñendo con el tiempo. Murió el miedochet un diciembre y la injusticia se ha ido encarcelando en octubre, como un exilio. Ha renacido la cultura, la música y la poesía, en abril. Para renacer ha nacido, para reinventarse en el amor y la armonía.



Como músico y profesor viajero, trotador y constructor, he recorrido el sur de Chile y el norte memorable. He ido aprendiendo de pescadores, artesanos, gente de la calle, mineros y del bosque fluvial. Mi bagaje navegante lo proyecto al aula y a los niños. Otro mundo, otra realidad, otros paisajes, otras gentes se aparecen. La pifilka y la trutruca se funden en la lucha mapuche y en el we tripantu que se acerca. Mi guitarra se escuda del puelche y del frío. Veo una niña, Gabriela, en Montegrande, cantando, creando. Danzan las aves en Lonquimay y en Valdivia hay una luna que se baña en el río, donde yacen muertos unos cisnes en nombre del progreso. Cómo se les cuenta Chile a los niños?. Sólo el maestro tiene esa capacidad de relatar y enseñar nada más que con su presencia, como los sabios griegos o la machi milenaria y su cultrún. Sólo el maestro enseña desde el corazón. Nosotros vemos a los niños como el soporte futuro de la sociedad chilena y vemos, también, un poco de nuestros sueños truncos torciéndole la mano con barricadas al destino en esos niños inquietos y cada vez más violentos. Solamente nosotros vemos en ellos una nueva oportunidad para nuestro país.

La invitación que me han hecho para hoy me pedía hablar un poco de mi experiencia pedagógica, la cual resumo en lo siguiente: “a mi lado derecho en la sala de mi escuela hay una guitarra que siempre me mira, y frente a mí hay muchos niños esperando que esa guitarra cante, cuente y encante con su sonido mágico y su sonrisa festiva”.

Gracias por la invitación y por la oportunidad de estar junto a todos estos grandes maestros de San Bernardo.

Buenas tardes.



Abril 30 de 2008

No hay comentarios.: